La fe de Abraham fue probada cuando Dios le pidió dar todo. La fe no puede ser menos que total. Confiar en Dios significa verlo solo a Él, encontrar en Él todas nuestras esperanzas, no retener nada, no tener ninguna reserva. La fe es compromiso. Pero solo por que la fe mira a Dios y no a nosotros, el dar de la fe es realmente recibir.
En compromiso, el precio que la fe paga es todo.
Pero en confianza total, el precio es nada. La fe mira a Dios, no al hombre como el dador. El costo de la redención fue total, pero lo que Dios demandaba Él mismo lo proveía. La fe de Abraham no apuntaba a Abraham, sino nos señala a Dios, al Dios que ve, al Dios que provee. Dios tenía un propósito adicional al convocar a Abraham al monte Moria. No solo quería probar y formar la fe de Abraham, quería mostrarle por medio de un símbolo que Dios pagaría el precio de la Redención. A Abraham se le mostró el día de Cristo; fue llevado hasta el área donde el templo estaría después, hasta el monte donde la cruz del Calvario se levantaría. El Cordero que Dios proveería quitaría el pecado mediante el sacrificio de Él mismo.